martes, 12 de enero de 2016

                Difícil reto, el ponerse a escribir la primera línea, de algo cuyo futuro es incierto. Difícil, cuando uno piensa, que quizá en un futuro sea releído. También difícil, cuando nos embriaga la desazón de que también quizá muera antes de nacer.

                Pero nada nace con vocación de morir, aunque la muerte sea la mayor vulgaridad que conoce el ser humano.

                Hace nada he leído, que todo lo que damos, nos es venido de vuelta. Así que es mucho más conveniente centrarnos en lo que vamos a dar, que en lo que vamos a recibir.
                Vértigo,... vértigo de fallar, de no ser bueno, incluso de no ser suficientemente bueno. De equivocarse. Vértigo, al vértigo.

                Quizá la única forma, sea ser yo. Ser lo que uno es, y listo. Con virtudes y con defectos que interactúan, y nos dan la Vida. Porque no somos dueños; las cosas suceden, y punto. Aunque las hagamos nacer con vocación de ser inmortales.

                Así que, lo mejor que se me ocurre, con el vértigo que da el pensar que quizá no sea bueno, incluso que no sea suficientemente bueno, es esto;
                Hoy miro hacia atrás, y veo 28 años haciendo astillas, y enseñando a otros cómo se hace. Hoy veo los 3 años de lo que pretende ser este pequeño Rivendell de la madera, y veo la utopía que ha germinado, crecido y tomado forma, hasta el día de hoy. Una en su día utopía, que me ha llevado hasta este presente, entonces difícilmente imaginable.

                ¿Qué es la utopía? ¿para qué sirve? porque claro, uno avanza un paso hacia ella, y ella te adelanta en diez. Y cuando uno se acerca esos diez pasos, ella entonces avanza cien. Y cuando llegamos a esos casi imposibles cien pasos, ella camina otros mil,.... así que, ¿para qué nos sirve caminar hacia la utopía? Pues sirve exactamente para eso; para caminar.

                A todos vosotr@s, que amáis la madera, que habláis con ella, que la escucháis, y que sois capaces de descubrir y entender en qué desea convertirse con ayuda de vuestras manos,..... y con ello, conseguís, en ese momento, que se detengan todos los relojes del mundo.


                Comenzamos.

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